
Las estrellas brillaban aquella noche oscura y la luna, roja como la sangre, junto a ellas. Dos amantes enfrentados. El odio y el amor los atraía y repelía sin cesar. Tan diferentes, tan iguales. Espada contra espada, atacaban sin censar. Estocadas, envistes, fintas. Cuando la espada de él atravesó el frágil cuerpo de ella lagrimas brotaban de los ojos de ambos. La abrazo con cuidado y la dejo en el suelo.
-Es lo mejor para los dos-dijo ella-Y lo sabes
Murió con una dulce sonrisa en los labios. Un grito de dolor desgarro la tranquilidad de la noche. Las estrellas brillaban y una luna, roja como la sangre, junto a ellas.
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