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31 jul 2010

I Hate Everithing About You.

Os voy a contar un secreto.... HE VUELTO!!!! Y esta vez de verdad. Mi ordenador está arreglado (por fin...xD). No estoy castigada. Y mi musa a decidido volver (eso sí... suele pasarse a eso de las tres de la mañana la muy jodida y no me deja dormir jejej) Y lo mejor de todo es que... tengo muuuuucho tiempo libre para publicar comentar etc, ect. Lo primero que voy ha hacer es subiros el dibujos de mi amigo Balde, en el que inspire mi último relato publicado...(hace ya meses...) para que lo veáis. Y después os voy a dejar con unos cuantos relatos de los míos para que no os aburráis!! Os he echado mucho de menos a todos y estoy deseosa de leeros y de que le leáis!! Nuara a vuelto!!!

I Hate Everithing About You.
Inspirado en la canción que lleva el mismo nombre de Three Days Grace

La primera vez que la vi no me pare a mirarla. Su corto cabello despeinado y aquellas ropas anchas y oscuras no llamaron mi atención. Con el paso de los días me fije en nuevos detalles sobre la chica. Siempre estaba rodeada de amigos. Reía, se divertía, gastaba bromas. Pero si observabas sus ojos siempre había un extraño gesto de tristeza continua. Cuando caminaba sola su rostro se volvía frío y duro como la piedra, como si se cerrara al mundo que la rodeaba, como si intentara protegerse siempre de un peligro que yo desconocía. Si solo la habías visto en compañía de más gente dirías que es una chica normal, como todas las de su edad. Pero yo sabía que debajo de aquellas risas y sonrisas se encontraba algo profundo y muy oculto.

La primera vez que nuestras miradas se cruzaron sentí miedo. Me miró con unos ojos cargados de una amargura y dolor que jamás había visto en nadie. Me obsesione con ella. Mi mayor deseo por encima de todo fue conocerla. Cuando por fin nos presentaron su rostro fue amable, pero sus ojos se velaron ocultando toda clase de sentimientos. Poco a poco conseguí que se abriera a mí. Comenzó ha hablar conmigo. Incluso llegue a creer que la oscuridad de sus ojos jamás había existido.

Mis sentimientos cambiaron rápidamente hacia ella. Todo lo que deseaba era protegerla. Estrecharla entre mis brazos y apartarla de aquel mundo que tanto daño parecía haberle echo.

Cuando empezamos a salir sus ojos mostraban un brillo soñador al mirarme. Sus sonrisas se volvieron calidad y amorosas. Sus ojos tiernos y dulces. Pero ni siquiera mi presencia conseguía apartarla de aquel mundo de sombras.


Estando sentados juntos en la hierba sus ojos se tornaban vacíos y miraba el infinito con aire ausente. Siempre callada, vacía, amarga. Comenzaron las peleas, los llantos.


La amaba deseperadamente. Y ella a mí. Y aun así lo único que nos hacíamos el uno al otro era daño.


Cuando me paraba a pensarlo descubría desconcertado que la odiaba. Y podía percibir aquel mismo odio en sus ojos cuando me miraba. Pero aun así no eramos capaces de alejarnos el uno del otro, aunque lo único que hacíamos era destruirnos.


Un día caminando por la calle mire mi reflejo en un escaparate y mi gesto me sorprendió. Era frío, era duro, vacío, como si me cerrara al mundo que me rodeaba; era su rostro. Asustado me aparte de mi mismo y comencé a correr. Los pensamientos se amontonaron en mi interior. Era igual que ella. Por eso la odiaba y quería al mismo tiempo. Esas ansias de protegerla. Esas discusiones con ella. No eran más que ansias de cambiarme a mi mismo. Pues como no conseguía apartar de mi ese dolor penetrante que siempre me acosaba, busque a alguien que fuera igual que yo. Y lo mismo había echo ella. De esa manera tan inconsciente de intentar cambiarnos a nosotros mismos no habíamos conseguido solo destruir nuestro mundo, si no también él del otro.


La siguiente vez que la vi adivine por su mirada que ella había comprendido lo mismo que yo. Lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas. Agarro mi rostro entre sus manos y susurro a mi oído unas palabras que marcarían mi vida para siempre:
"Lo odio todo sobre ti porque no eres más que una replica de mí"